La intención, si se puede hablar
de intención, no es más que despertar del letargo colectivo en el que nos
encontramos. Es pegar un grito para aquellos que quieren oír y buscan esa voz,
gritar tan fuerte que podamos ser oídos por aquellos que nunca escuchan nada,
acercarnos y quitarles esa venda que los ciega, gritar tan fuerte que nos
quedemos sordos y se produzca esa “nada”, ese zumbido que nos haga ver realmente la belleza de lo
que nos rodea. La intención es escudriñar en esos rincones del pensamiento humano,
captarlo y mostrarlo como es, tan crudo como se presenta, tan vulgar y absurdo
como para que cause nauseas en el más burgués de todos o risas en el ser más
ignorante. La intención es simplemente despertar ese “Magma” del que hablaban
los amigos de la ballena, esos héroes literarios que alzaron sus voces en busca
del despertar… la intención es esa, despertar conciencias, esas conciencias
aletargadas por ese monstruo llamado mercado, conciencias que asisten a la banalización de
sus vidas sin sentido, que tiene como fin el simple hecho de comprar y verse
bien, perdiendo el contacto con lo que los rodea y consigo mismos, esperando el
dulce aliento de la muerte que les susurre en el oído y los haga abrir los ojos
una última vez antes de partir definitivamente…también despertar conciencias dormidas
por viejos dogmas, que sólo se quedan en la teoría y no se fijan en la
realidad, que se dejan comprar por discursos y falsas promesas, que creen que
poseen la última razón y no poseen nada… La intención es simplemente mover las
ideas, mostrar un flujo de manifestaciones que nos hagan reflexionar, y ver de
la mejor manera el alud que se nos
avecina.
Somos la venganza de generaciones
que no tienen nada que decir, de labios agrietados, que se quedan sin aliento
por querer estar en un mundo que algunos dicen que existe y ellos sólo sueñan
con tener un hogar allá, es todo un vicio que te chupa y te deja sintiendo lo
que estás sintiendo, esta es una batalla
que sigue y sigue como una maquinaria silenciosa que alimenta el vacío. Se escuchó un tiro en el sótano de América, seguro fue
Rodrigo de Triana y su pandilla, que fuman lucky strikes y beben whisky con
coca cola, alguien dijo “podemos saquear este prostíbulo luego que la banda
deje de tocar” pero ya era muy tarde, las corporaciones habían llegado y la era
industrial me trajo pesadillas del marketing integrado.
Nadie sabe cómo despertar de esta
pesadilla, pero estamos en eso. Es recurrente. Es querer dormir para evadir la
realidad, pero en el sueño nos atormentamos cada vez más. Nuestro cuerpo lucha
tratando de despertar, nuestras manos buscan tantear lo que nos haga caer en
cuenta del lugar donde estamos, pero es tan difícil que aún no lo hemos
conseguido. Seguimos encadenados, atados, ciegos de vida. Somos incapaces de
voltear y darnos cuenta de todos los rostros que conviven entre sombras y
fantasmas. ¿Qué se quiere decir? Estamos dormidos. No hablamos. Queremos entrar
en la vigilia, pero no podemos movernos. La idea está en girar, en voltear y
ver qué hay detrás de todo esto que nos condena. Somos tan débiles que hemos
caído alguna vez como escarabajos, sin embargo el primer indicio de este
“sueño” se está avecinando. Alguien duerme y tiene espasmos. Alguien sale a la
calle y está inconforme con el tiempo. Se siente devorado a sí mismo, pero echa
a un lado el transcurrir para detenerse a pensar. El pensamiento acelera más la
destrucción del hombre, pero alienta las esperanzas perdidas. Un profesor
dibuja en un pizarrón el “mito de la caverna” de Platón. Unos alumnos copian
tres personas esposadas dentro de la caverna donde viven de un reflejo, no
pueden voltear porque son incapaces. Tienen su fisionomía completa, pero están
catatónicos. Están en fila de tres y tampoco se escuchan entre ellos. Escuchan
lo que viene de arriba. Viven de ruidos, no quieren crear los suyos. Qué
torpeza no querer voltear. Se encorvan de pánico y siguen dormidos. Los alumnos
no entienden, nadie entiende. La hoja se va llenando y el profesor pide que no
copien, que atiendan. Ellos insisten en seguir, en terminar el dibujo y alguien
grita: ¡Despertad, ahora! ¡Despertad!.
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