Rayuela (Fragmento), Julio Cortazar


Capítulo 7
    Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy  dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu  boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo  y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas,  con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
     Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

En Rayuela

Recordis, Tony Raskólnikov


Aun recuerdo el día en que nos despertaron de madrugada los golpes a la puerta. Los gritos. Mamá nerviosa a punto de romper en llanto. Papá calmándola con un beso. El abrazo de los tres con papá repitiendo una y otra vez: no pasa nada, es solo  algo de rutina. Sus últimas palabras a mí: cuida bien a tu mamá. La puerta abriéndose, papá saliendo…
Han pasado muchos años. He cuidado bastante bien a mamá. Yo todavía recuerdo esa noche de vez en cuando. Sé que ella la recuerda siempre.
Si dicen que recordis es volver a pasar por el corazón, ¿Cómo será ese paso de mamá?
Sé que mamá aun lo espera.

Cuando se dice la palabra amigo, Gustavo Pereira


Cuando se dice la palabra amigo se dice sólo lo indispensable
Vale decir
Hermano
Compañero
Familia
La vida que soñamos
El mar
Cotidianos sabores
Una cerveza bajo el limpio cielo
El olor a escafandra de cierto muelle
Una calle sola por donde desandamos nuestros huesos
Vale decir también
Agua cálida
El sol (que no es el mismo de otras partes)
Alguien en quien se piensa especialmente
Un hogar un rincón
No se dice Desprecio
Tampoco Humillación
Ni adiós
Ni escupitajo
Cuando se dice amigo se dice Certidumbre
Se dice Ternura
Se dice Costa Blanca y Común
Como Un Pan
Y se tiene una lámpara encendida en los ojos
Y un resplandor adentro

Descripción del payaso, Waldo Leyva


En mi ventana
en los hierros de mi ventana,
está sentado un payaso diminuto.
De loza son sus manos,
sus pies y su cabeza,
de charol sus zapatos.
Medio payaso viste de amarillo
­-el que está hacia la luz-
la otra mitad es verde como el gorro.
De gasa es la gorguera del payaso.
¿Por qué vuelve los ojos
hacia el techo?
Finge que va a subir por el barrote
pero no avanza,
su gesto detenido hace infinito
el movimiento.
Como no habla,
como niega sus ojos,
resulta más propicio para el diálogo.

Tiene la indiferencia de lo creado
Por el hombre.
Sabe que es inmortal,
que cada fragmento suyo
será siempre el payaso,
que la falta de odio
o de clemencia
lo tornan invencible.
¿Quién puso ese payaso en mi ventana?
¿En qué costa abandonó su casa?
¿A qué noche de junio pertenecen sus ojos?
¿Con qué polvo de luna le pintaron la cara?


En Los signos del comienzo (1967-2006), 2009